VIAJANDO A TRAVÉS DE PACO YUNQUE

 

David Figueroa Figueroa

 

 

“El que renuncia a trasmutar, renuncia a vivir”

Antanor Orrego

 

 

 

              Cuando Paco Yunque abandonó el lugar donde había padecido todos los rigores posibles, hizo el siguiente juramento:  –Por mis padres y los creadores del mundo, confieso que seré un poeta y el mismo César Vallejo me dará su bendición. Así que lo primero que haré será visitar la biblioteca para comunicarme con árboles, animales y cosas. También escribiré en mi cuaderno cualquier ocurrencia, por cierto, él para mí es una joya ya que me acompaña desde que estuve en la escuela. Un día decidió irse de su terruño, por el camino, millones de peripecias le sucedieron, no olvidemos que el transporte de la época era en bestias, por tal razón para llegar de un sitio a otro tardaban siglos, (perdonen la hipérbole). De las cosas que garabatié me gustaría recitarles un poema escrito en los albores del tiempo:

 

Quiero navegar los mares

entre verdades y sueños,

quiero navegar tan libre

como la brisa sin dueños.

Quiero viajar para estar

en cuerpo y alma presente,

que los cielos y colinas

no se aparten de mi mente.

Quiero verme como adulto

sin dejar de ser un niño,

repartir por todo el mundo

diez mil soles de cariño.

Quiero escribir un poema

y que le guste a Vallejo,

que la palabra refleje

lo sencillo y lo complejo.

 

              En tanto se pregunta ¿Cuántas miradas y pensamientos idos tras los barrancos, ríos y montañas?. Paco no solamente pensaba en los familiares que había dejado en Santiago de Chuco, también corrían por su mente las terribles actuaciones de Humberto Grieve, niño de poder que aprovechaba la riqueza del padre para ofender a villas y castillos; en su recuerdo no podía faltar aquel profesor vendido, pero para que todo no fuera tan negativo, de golpe estaban allí, Paco Fariña y Antonio Gesdres. Comiéndose un choclo en una de tantas paradas, se hizo estas interrogantes: ¿En todas partes tendré que ver tales comportamientos? ¿Será posible que seamos hechos por un mismo patrón? ¿No será que el bien ocupa menos espacios que el mal?.

 

              De acuerdo a como testimonia la crónica, dos días después de haber llegado a Trujillo, sin ser invitado a un acto cultural, declamó esta décima:

 

El sol dijo a la mañana

eres mi mejor amiga,

eso lo sabe la espiga,

también el sapo y la rana.

Y cuando llega la diana

te lanzo lluvia de besos

donde se quedan bien presos

los suspiros de mis sueños.

Que ya no son tan pequeños

Porque revuelan en versos.

 

              Sería una mentira colosal pensar que fue sumamente ovacionado, pero dicen que algunas manos peregrinas se fueron en aplausos. Noches después consiguió trabajo en un lugar donde solían asistir los poetas sobresalientes de la región, sus oídos los ponía prestos. Con audacia un viernes exclamó –quiero que escuchen un soneto que escribí a un héroe de América, el cual admiro mucho:

 

La Patria de Bolívar refulgente

enamorada va de las estrellas,

diáfano de fulgor luce su frente

al darnos el andar certeras huellas.

De brillar el jardín se hace simiente

en aquel despertar de cosas bellas,

palabras que el cantar jamás silente

gusta en su despuntar andar con ellas.

Encontrarse feliz la primavera

y el niño en su caballo de madera

es un latir de cosmos misteriosos.

 

Es que el amor jamás tiene rival

aunque llegue furioso el vendaval

vestido de aguijones maliciosos.

 

              Aquello fue sumamente asombroso, muchos presentes emocionados le dieron vivas, hasta un lagarto enamorado de una araña, daba pasos al ritmo de Chabuca Granda. En el transcurrir nochero no faltaban lanzadores estrellas que le enviaran saludos con el dios Baco, y le invitaran a compartir sus escrituras. Los más amistosos le sugirieron que se fuera para la capital, quizás en Lima encontrara algún mecenas que se enamora de sus versos y los publicara en forma de libro. No escuchó las recomendaciones y siguió por un tiempo en aquel lugar donde los poemas campeaban en su quehacer diario. –Continuaré dándole a la palabra alas para que sus barcos de papel se confundan con los niños y el mismo Merlín quede perplejo, seguiré cabalgando la metáfora sin olvidar la protección del vino, amigo que muchas veces se acerca a nuestros lares y en forma de musa transforma lo real en fantasía o al contrario:

 

Cuando la noche abre sus ojos

                            la guitarra de gitana se desnuda

y el tiempo vestido de sorpresa por un momento calla

Es cuando el número no multiplica

                            En semillas el pan deja de brillar

porque el hombre-fiera se lleva la risa

Entonces la palabra se une al soñar y el estómago ya no gime

Más cerca que lo cerca el rincón se vuelve verso…

 

              –Con este texto quiero demostrar que los poetas no somos insensibles, menos ilusos, que llevamos un corazón que dispara, envés de balas, lanza lluvias de trigo para que los hermanos de la tierra no sólo tengan la mesa, sino también el sol infinito de la poesía. No en balde el vate turco Nazim Hikmet nos entrega: “Cuando mi hijo nació otros niños nacieron en Corea / Eran bellos como girasoles / Macarthur los segó, partieron todavía no saciados por la leche materna”. –¡Cuánta tristeza, tanta canallada por estos seres sin compasión, las hienas del capitalismo haciendo “maravillas” con sus dientes!. Yo personalmente he sufrido en carne propia los embates de este tipo de ser, lo bueno y paradójico es que nos da armas para combatirlos, mi cuerpo se ha tornado no solamente de carne y huesos, sino también una cantera de solidaridad, un pensamiento donde palpita el pueblo entero, concluyó Paco Yunque. –Hoy me ha dado por escribir prosa poética, quiero compartirla y al mismo tiempo saber la opinión de ustedes:

 

Helena, apenas despierta y ya sabe de la carne. Sus cabellos (azabache de Esmirna) hacen rabiar los ojos del viento.

El deseo es un potro que galopa su cuerpo bañado de ámbar.

Por el agujero de la cerradura Teseo la contempla en todo su esplendor.

Recuerda que él fue quien se comió los primeros frutos de ese árbol.

Menelao respira profundamente, la noche pasa y no puede dormir.

Cuando oscurece, entre pecho y espalda carga estos versos estampados:

              Cuántos sueños seguirán transformando mi carne.

              Cada despertar es una herida que queda en mí.

              Como una mariposa atrapada en los predios del recuerdo.

Helena juega con el cisne que maliciosamente ha llegado a la fuente.

Lunas después, París rodea el talle de su amante y con ahínco muerde su cuello que aletea con avidez de sol.

Las flechas cruzan los espacios inflamados de ira y cel.

Menelao respira profundamente, la noche pasa y no puede dormir.

Cuando oscurece, entre pecho y espalda carga estos versos estampados:

              Cuántos sueños seguirán transformando mi carne.

              Cada despertar es una herida que queda en mí.

              Como una mariposa atrapada en los predios del recuerdo.

Botella en mano, Teseo recuerda que él fue quien se comió los primeros frutos de ese árbol.

Con la tristeza a cuestas, Menelao repite con Pedro Vargas: “La última noche que pasé contigo / la llevo guardada como fiel testigo / de aquellos momentos en que fuiste mía / y hoy quiero apartarla de mi ser”.

 

              Los presentes dieron fuertes aplausos, el más joven de la partida, quizás emparentado con el erotismo de los versos, interrogó a Paco Yunque de esta manera: ¿Su edad no se parece a su creación? ¿No será que tiene otra autoría?. A lo que respondió Paco: –Le  sobra a usted razón, pues estos versos fueron hechos por mi otro yo. El pobre preguntón no le quedó más escapatoria que agarrar la puerta más oscura y perderse hasta lo infinito.

 

              –Tal vez ya es hora de irme a otra región, quizás me esté esperando Lima, vociferó Paco y de un sorbo casi termina un litro de pisco.

 

              Cuando llegó a la capital buscó un hospedaje algo barato, como es natural sus recursos económicos no eran altos, su producción poemática había crecido, también tenía en su haber algunos textos en prosa, señalamos que igual como escribía poesía tradicional, dominaba con exquisitez el versolibrismo. Al llegar el día siguiente se trasladó a la Biblioteca Nacional, jamás olvidaba el amor por los libros, después se fue para la universidad Mayor de San Marcos, allí pasó varios meses en son de estudiante, el cual renunció. Cuando le tocaba hablar de la bohemia exclamaba: –La poesía no solamente está llena de noches, lunas, guitarras, vinos y mujeres, sin olvidar el divino líquido del amor y la locura. Ella, la bohemia se convierte en urbe celestial y profana, se engasta a veces en el maravilloso juego de la palabra erguida, esto nadie lo pone en duda, salvo aquellos cristianos que tiran la piedra y esconden la mano, aquellos individuos que se introducen en el caparazón de la hipocresía para poder pasar un tiempito en compañía del dios de la vid. Hace poco tiempo escribí los poemas que a continuación expongo:

 

Entre amistades y bohemia                                    Reunidos en el dulce estar de las tertulias

De fondo                                                                    Cuántas cosas toman vida

Julio Jaramillo                                                                      en el aire sacrílego del alcohol

Yo                                                                                Las hojas tienen despertar de alas

de carne y hueso                                                      cuando las vemos

Hijo del silencio                                                       y hasta vuelan en el reflejo de los imprevistos

Azul por adopción                                                   De los rincones salen caballos fugitivos

Ruego tener mil vidas                                              a olisquear eufóricas sombras de botellas

La palabra como norte.                                         La noche

jauría de palabras escapadas.

 

              Un jueves mientras se encontraba en una taberna escuchó que un nocturno repetía emocionadamente los siguientes versos:

 

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma… Yo no sé!

 

Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

 

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,

de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones

de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

 

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como

cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,

donde nos haces una falta sin fondo!

Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá

nos acariciaba: “Pero, hijos…”

 

Ahora yo me escondo,

como antes, todas estas oraciones

vespertinas, y espero que tú no des conmigo.

Por la sala, el zaguán, los corredores.

Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.

Me acuerdo que nos hacíamos llorar,

hermano, en aquel juego.

 

Miguel, tú te escondiste

una noche de agosto, al alborear;

pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.

Y tu gemelo corazón de esas tardes.

extintas se ha aburrido de no encontrarme.

Y ya cae sombra en el alma.

Oye, hermano, no tardes

en salir. Bueno? Puede inquietarse mamá.

             

Paco Yunque se acercó a la mesa donde estaba el declamador y en voz alta dijo –Perdonen, soy peruano igual que esos poemas, textos cuyo autor es César Vallejo (el cholo) del cual dijera el ensayista José Carlos Mariátegui: “Este libro LOS HERALDOS NEGROS; pertenece parcialmente, por su título verbigracia al ciclo simbolista. Pero el simbolismo es de todos los tiempos”. Ya antes había expresado: “LOS HERALDOS NEGROS podía haber sido su obra única. No por eso Vallejo habría dejado de inaugurar en el proceso de nuestra literatura una nueva época. En estos versos del pórtico de LOS HERALDOS NEGROS principia acaso la poesía peruana”.

 

–¡Caramba!, usted si sabe sobre ese poeta, se diría que son amigos –Nada de eso, más bien deseo verlo para mostrarle mi producción, quiero tener una larga conversación con tan ilustre americano. Puedo asegurar que sé de cabo a rabo sus trabajos, de TRILCE siempre tengo a flor de piel:

 

Tahona estuosa de aquellos mis biscochos

pura yema infantil innumerable, madre.

 

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente

mal plañidas, madres: tus mendigos.

Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto

y yo arrastrando todavía

una trenza por cada letra del abecedario.

 

En la sala de arriba nos repartías

de mañana, de tarde, de dual estiba,

aquellas ricas hostias de tiempo, para

que ahora nos sobrasen

cáscaras de relojes en flexión de las 24

en puntos parados.

 

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo

quedaría, en qué retoño capilar,

cierta migaja que hoy se me ata al cuello

y no quiere pasar. Hoy que hasta

tus puros huesos estarán harina

que no habrá que amasar

¡tierna dulcera de amor!

hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar

cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo

que inadvertido labrase y pulula ¡tú lo viste tanto!

en las cerradas manos recién nacidas.

 

–Antes de leer algunos versos de mi nuevo poemario me gustaría referirme a conceptos o poéticas del peruano universal, escritos donde deja constancia de la seriedad del hecho creador: “La presentación gráfica de los versos no debe servir para sugerir lo que dice ya el texto de tales versos, sino para sugerir lo que el texto no dice. De otra manera, ello no pasa de un pleonasmo y de un adorno de salón de “nuevo rico”…”; “Un poema es una entidad vital mucho más orgánica que un ser orgánico de la naturaleza. A un animal se le amputa un miembro y sigue viviendo. A un vegetal se le corta una rama y sigue viviendo. Pero sin a un poema se le amputa un verso, una palabra, una letra, un signo ortográfico, muere.”.

 

–Después de estas palabras sabias de César Vallejo traigo al ambiente este texto que tiene por nombre DE HORIZONTE:

 

La casa descubre que todo su cuerpo es una casa

                            Que sus manos y sus brazos tienen cobijo

Que la palabra es su albedrío más allá de su albedrío

                            Donde crecen y maduran los caballos de madera

Definitivamente el poema es aquella rosa que se hace ventana en la ventana

De santos o Belcebú canta el misterio en el candelabro de barro

La casa pinta aviones de papel en el niño que se hizo ilusiones

                            Ilusiones que el hombre hace camino de arado

Viajan los viajes por las cumbres que crean los quijotes del aire

                            Donde las mariposas viven de estrellas

El cielo en la vereda traviesa de espuma

                            La casa descubre que todo su cuerpo es una casa.

 

–Amigos, tengo mucho tiempo tras la pista del poeta, tal vez vuelva a Trujillo sin verlo, pero la vida es perfecta en algunos casos y una tarde cualquiera estará frente a mí.

 

–Si esa es su intención, le aconsejamos que parta para París, fueron las recomendaciones de los presentes.

 

En Trujillo deambuló durante semanas y quizás meses, en su mente sólo existía la búsqueda de ir a Europa, principalmente al París que todo artista quiere ver antes de morir. Para él no era tan importante la Torre Eiffel ni La Sorbona, entre cuerpo y alma estaba encontrarse con su coterráneo, y ser si es factible su incondicional, andar entre bohemias y palabras sin buscar un sitio especial, darle un abrazo, transmitirle lo que su corazón ha cargado durante tanto tiempo. Tampoco olvidaba el juramento que había hecho cuando salió por primera vez de su lugar natal.

 

El mundo se pregunta ¿Cómo llegó Paco Yunque a París?, pero allí, por obra y gracia del no se qué, se encontraba frente a frente con la sombra de Charles Baudelaire y por si fuera poco leyendo en francés LES FLEURS DU MAL. Preguntando y preguntado, al fin logró lo tanto esperado, dos peruanos tan tomados de las manos que parecían uno solo –Tú, ¿quién eres? –Soy Paco Yunque, hijo por siempre de tu siempre intelecto, cholo como el Vallejo que tengo en este corazón que está casi saliendo del pecho porque no aguanta tanta alegría. –¿Y por qué tanto amor?, fue la pregunta de César Vallejo –Porque el amor lo ha dado en tus textos y recorren todos los cosmos, no hay pago posible para ese gesto solidario que vive día y noche en tus palabras, para muestra un botón:

 

En el rincón aquel, donde dormimos juntos

tantas noches, ahora me he sentado

a caminar. La cuja de los novios difuntos

fue sacada, o tal vez qué habrá pasado.

 

Has venido temprano a otros asuntos

y no estás. Es el rincón

donde a tu lado, leí una noche,

entre tus tiernos puntos

un cuento de Daudet. Es el rincón

amado. No lo equivoques.

 

              –Y de ¿dónde vienes?, preguntó con una alegría universal aquel americano que tenía más de una década fuera de su país, vengo de varios puntos: Santiago de Chuco, Trujillo, Lima y otros lugares peruanos, quizás no me creas, pero todo lo he hecho porque hice un juramento cuando salí de mi pueblo natal, el cual en parte dice que tú me darás la bendición y también para decirte que soy tu más ferviente admirador, que conozco tu obra desde el principio al fin. Que te he seguido hasta aquí por la gracia de amigos que han pagado el pasaje y por haberme ganado algo de dinero en una lotería, respondió Paco Yunque con una cara de muchacho cuando está comiendo caramelos.

 

              Vallejo más alegre que lo alegre invitó al recién amigo a darle una vuelta al dios Baco y aprovechar presentarle varios contertulios.

 

              Ya con más confianza Vallejo pide a Paco que lo deleite con algunas de sus poesías –No seas egoísta y denos para oír sus trabajos, acuérdese que la palabra no vuela si no le damos libertad. La verdad es que tiene sobrada razón cuando habla de independencia, de albedrío, el verso debe por sobre todas las cosas ser autónomo, entonces oiga un texto de mi libro inédito LA PALABRA EN LA MESA, expresó Paco Yunque:

 

DE SEMILLA

 

La lumbre regalándonos su fortuna de hilandera

                                                        Cercano el hombre del hombre

Febrero y todos los meses cultivan miradas jóvenes

                                                        Los brazos vestidos de banderas erguidas

El alba en la frente del trabajador que sueña en los surcos

                                                        Quiere que la luz de abeja se vuelva miel

La lumbre de rocío en la cara de aquella semilla soberana

                                                        Del camino que señala la paloma picassiana

Hermanado el egoísmo con el buitre van juntos al olvido

                                                        Igual se embriagan los escorpiones del Norte

Subterráneos respiran que ni la oscuridad los acompaña

                                                        Ella a veces tiene claridad

Nuevos los leños en plumajes de futuro vuelan

La lumbre se eleva cual papagayo

                                                        En los niños que de magia recuerda a Pegaso.

 

              Aquello fue una tempestad de aplausos, Vallejo muy animado pronunció el siguiente discurso: –“La gramática, como norma colectiva en poesía carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta con no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra según los casos. Y esto, en vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, como pudiera creerse, lo dilata al infinito. Sabido es que cuanto más personal (repito, no digo individual) es la sensibilidad del artista, su obra es más universal y colectiva”.

 

              Poetas y no poetas palmearon por un largo rato, –yo aturdido me quedé como gallina mirando sal, luego solamente expresé –camarada, ahora estoy más encariñado que antes, evoco en este momento lo expresado por el escritor Abraham Valdelomar allá en Trujillo, era el año mil novecientos dieciocho, “ –Vallejo es un poeta. Hemos por desgracia abusado de este título. Vallejo es un poeta en la más noble acepción de la palabra”. ¿Qué opina de ese comentario? –Así ensalzan los compatriotas, expresó riéndose el vate, por cierto, tengo planificado un viaje para España, espero que nos acompañe, también irá mi romántica esposa Georgette, piénselo, eso es pronto. A mitad de la noche regresaron al hogar, los dos estaban muy jubilosos.

 

              El desplazamiento a Madrid se dio, Paco Yunque había entablado una cordial relación con aquel matrimonio, tan así que para todas partes andaban juntos. ¿Quién lo hubiera visto conversando con el gran García Lorca? Comenta Vallejo que Paco le recitó un fragmento de LA CASADA INFIEL: “Y que yo me la llevé al río / creyendo que era mozuela, / pero tenía marido. / Fue la noche de Santiago / y casi por compromiso. / Se apagaron los faroles / y se encendieron los grillos. / En las última esquinas toqué sus pechos dormidos, / y se me abrieron de pronto / como ramos de jacintos”.

 

              A Rafael Alberti: “Madre, vísteme a la usanza / de las tierras marineras: / el pantalón de campana, / la blusa azul ultramar / y la cinta milagrera”.

 

              Con estos dotes memorísticos, Paco abrió la puerta de la amistad y hasta ofreció un texto propio: La copa del corazón de Jesús brilla en Magdalenas / Cual cáliz la hostia se hace pecado / El vino de Romeo un día dejó su Julieta para el recuerdo / Tal vez una cucaracha libertina la aconsejó mal / Las imágenes se ahogan en los espejos de las imágenes / Esperanza la mañana cambia de piel en una margarita / El girasol de marinero en su barco de sol / En la copa el rocío de ensoñación muestra su dimensión humana / Nada de escorpiones en el hombre / La reflexión a galope en aquel libro multiplicado por el verso / La copa del corazón de Jesús brilla en magdalenas.

 

              –Ignoro cuánto tiempo permanecimos en Madrid, pero entre farras, poemas y amigos el reloj voló y voló. Su novela EL TUNGSTENO, 1931, la leí y la releí, allí el hombre lucha por el hombre, Vallejo pone las palabras al servicio de la solidaridad, el ser en busca de un mundo sin desigualdades, la pluma sin mezquindad con la mesa llena de panes para que el trigo cumpla su verdadera función: echar el hambre de la tierra, esa hiena que se alimenta del sudor de sus congéneres, en la novela está un párrafo muy elocuente: “Hay una sola manera de que ustedes los intelectuales, hagan algo por los pobres peones, si es que quieren, en verdad, probarnos que no son ya nuestros enemigos, sino nuestros compañeros. Lo único que pueden hacer ustedes por nosotros es hacer lo que nosotros les digamos y oírnos y ponerse a nuestras órdenes y al servicio de nuestros intereses, nada más. Hoy por hoy, ésta es la única manera cómo podemos entendernos”.

 

              –Así como llegamos a Madrid también regresamos a París, las faltriqueras vacías, pasan los días, los años, tal vez de treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete, Vallejo tiene terminado los poemarios: POEMAS EN PROSA; POEMAS HUMANOS; ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ. Nada lo detiene, sin embargo un día exclama “–Ay, cuánto dinero cuesta ser pobre”. Transmutado en el tiempo y con mi poder adivinatorio, cito al escritor Luis Monguio: “Tras el esfuerzo poético realizado a fines de mil novecientos treinta y siete un gran agotamiento físico y psíquico avasalló a Vallejo. Sus hambres, su vida miserable, sus tensiones políticas, las emociones de la contienda española, le habían deshecho”. Apruebo en toda su extensión lo dicho anteriormente, ya que mi cuerpo y mi alma están también en ese estado, mi alma por ver el ilustre poeta peruano y universal se encuentra grave y mi cuerpo porque el no comer fue parte de mi compañía. Aquel jueves catorce de abril se escuchaba por todos los espacios: “Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo. / Me moriré en París y no me corro / tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. / Jueves será, porque hoy, jueves, que proso / estos versos los húmeros me he puesto / a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto / con todo mi camino, a verme solo”. Qué premonición, pues ese jueves en realidad estaba muerto, había perdido el conocimiento, al día siguiente su existencia era de la posteridad, César Vallejo ya no era peruano, César Vallejo era de toda la humanidad.

 

–¡Qué viernes tan triste!, el dolor corría y corría como río crecido, las lágrimas andaban de norte a sur y de este a oeste. En el cementerio de Mont-Rouge, allí hablaron Luis Aragon, Antonio Ruiz Villaplana y Gonzalo More, entre lloros lancé unas flores y armándome de valor le recité el siguiente poema:

 

Hecha hipérbole la tristeza en mi corazón

                            Dentro de mi el dolor de campana revolotea

La palabra en Abeles dando pasos para dejar senderos

                            La carne expresa su silencio en las fauces del tiempo

Los agoreros celebran convertidos en hienas ensangrentadas

                            Olvidan que la metáfora es un reloj de horas infinita

Que la rosa es una mariposa donde los niños crecen cada día

                            Ya lo dijo el poeta: “Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo”

En miles de auroras los versos navegan en árboles domingueros

                            Donde un Cristo sin cruz juega a ser estrella

Hecha hipérbole la tristeza en mi corazón

                            Mañana la lluvia de torero será pasado…

 

              Nadie sabe a qué hora se fue Paco Yunque de aquel lugar tan fúnebre, solamente conocemos que la brisa no dejaba de repetir: “César Vallejo ha muerto, le pegaban / todos sin que él les haga nada; / le daban con un palo y duro / también con una soga, son testigos / los días jueves y los huesos húmeros, / la soledad, la lluvia, los caminos”.

 

              Por arte de magia las hojas susurran: afirmo que seré un poeta donde el mismo César Vallejo me dará su bendición, el verso le acompaña en este decir: padre e hijo siempre juntos… bien juntos.

 

             

 

               

Yaracuy – Venezuela, 2013